1.Sudáfrica (Entrada 9)
Creo que lo que Mai esta haciendo es impresionante... Dejarlo todo para venir a un país, a un continente en el que no se habla su idioma; a viajar en bicicleta, conmigo, a tan poco tiempo de habernos conocido. Me gusta su actitud. El hecho de que siga su intuición y decida vivir por sobre la comodidad y el confort de lo habitual es de por sí digno de admiración. Repito, vino a viajar en bicicleta... Eso significa, estar expuesta al clima, al cansancio, sin saber dónde dormir cada noche, a comer lo que se pueda, donde se pueda y a dejarse llevar por lo que el día acontece... ya les contaré un poco más sobre eso...
Dejamos Ciudad del Cabo empezando con un paso de montaña. Primera vez que Mai se sube a una bicicleta con equipaje y lo hace en un paso. Increíble. Ahora ven que actitud ¿eh?... Seguimos con rumbo norte bordeando el mar. Ver la Table Mountain desde lejos es alucinante. Es como si naciera de la nada. El mar con su horizonte y de repente, ¡pum!, la montaña empezando con Lion's Head, pasando por la Table y terminando con Devil's Peak. Wow, wow, wow. Chau Ciudad del Cabo. Hasta la próxima.
Dejamos Ciudad del Cabo empezando con un paso de montaña. Primera vez que Mai se sube a una bicicleta con equipaje y lo hace en un paso. Increíble. Ahora ven que actitud ¿eh?... Seguimos con rumbo norte bordeando el mar. Ver la Table Mountain desde lejos es alucinante. Es como si naciera de la nada. El mar con su horizonte y de repente, ¡pum!, la montaña empezando con Lion's Head, pasando por la Table y terminando con Devil's Peak. Wow, wow, wow. Chau Ciudad del Cabo. Hasta la próxima.
Decidimos pasar a visitar a Greg una última vez antes de seguir viaje. Vive en las afueras de Ciudad del Cabo. Greg se transformó en un excelente amigo. Me encanta escucharlo y hablar con él. Baie dankie vriend. Seen jou nou nou. (Muchas gracias amigo. Nos vemos pronto.)
Volviendo a lo inesperado del camino y a dejarse llevar, les voy a contar el siguiente suceso para explicarlo mejor:
Cuando llegamos a Wellington, Mai se bajó a comprar algo de comida. Yo me quedé afuera esperándola con las bicicletas. La gente suele acercarse a curiosear, a preguntarnos de dónde somos, a dónde vamos, y la mejor de todas, ¡¿en bicicleta?! Sí, despacito en bicicleta. Esta vez quien se acercó fue Carl. Al decirle que ibamos a buscar un lugar donde acampar en la montaña me dijo que no, que el tenía un lugar para nosotros. Cuando Mai salió del mercado no entendía que pasaba, fue todo así, muy rápido y espontáneo. A la mañana siguiente encaramos otro paso de montaña. Justo antes de empezar a subir me dieron ganas de degustar vino... Sí, vino, como para alivianar la subida, creo... Esperaba que sea solo uno, pero al final nos dieron Champagne para empezar y después cinco vinos distintos. Conclusión, encaramos el paso de montaña tocados...
Volviendo a lo inesperado del camino y a dejarse llevar, les voy a contar el siguiente suceso para explicarlo mejor:
Cuando llegamos a Wellington, Mai se bajó a comprar algo de comida. Yo me quedé afuera esperándola con las bicicletas. La gente suele acercarse a curiosear, a preguntarnos de dónde somos, a dónde vamos, y la mejor de todas, ¡¿en bicicleta?! Sí, despacito en bicicleta. Esta vez quien se acercó fue Carl. Al decirle que ibamos a buscar un lugar donde acampar en la montaña me dijo que no, que el tenía un lugar para nosotros. Cuando Mai salió del mercado no entendía que pasaba, fue todo así, muy rápido y espontáneo. A la mañana siguiente encaramos otro paso de montaña. Justo antes de empezar a subir me dieron ganas de degustar vino... Sí, vino, como para alivianar la subida, creo... Esperaba que sea solo uno, pero al final nos dieron Champagne para empezar y después cinco vinos distintos. Conclusión, encaramos el paso de montaña tocados...
Una vez arriba vimos un sendero que se hundia en un profundo valle entre altas y rocosas montañas. Decidimos hundirnos nosotros también entre éstas. En el sendero nos cruzamos con dos chicos que nos dijeron dónde había un buen lugar donde acampar al reparo del viento. También nos dijeron que el sendero estaba bastante en desuso y que no se podía hacer en bicicleta. Nunca me gustó que me digan qué puedo o no hacer, prefiero ir y llegar yo mismo a la respuesta, ¿puedo o no? Es verdad, el chico tenía razón. No se podía hacer. Estaba muy cerrado, el sendero se perdía entre la maleza y en partes, zonas con muchas piedras grandes... ¡¡¡pero lo hicimos!!! Pudimos andar un poco al principio, después caminar, más adelante empujar y cargar. Fue difícil, muy difícil, pero el paisaje lo valía. Otra cosa también es lo fuerte que te hacen estas situaciones en las que cuesta y cuesta avanzar. Paciencia y contraste. Con contraste me refiero a que una mala situación o experiencia hace que las buenas sean aún mejores.
El mapa indicaba que al final del sendero había una cabaña. Al ver que se hacía de noche decidimos dejar las bicicletas en la montaña y caminar hasta la cabaña. Fíjense lo capaz que es Mai como para hacer semejante esfuerzo tanto físico como psicológico en su ¡5to día de viaje! Justo antes de llegar le dije a Mai que por todo el esfuerzo, se merecía una cerveza... ¿De dónde ibamos a sacar una cerveza ahí?
Llegamos a la cabaña justo antes de que esté totalmente oscuro. ¡Había gente! Nos invitaron a pasar, comer, y a... ¡tomar una cerveza! También nos dieron una cama donde dormir. No podían creer que estuvieramos haciendo ese sendero con las bicicletas. La cabaña pertenece a el Club de Montaña de Sudáfrica. A la mañana siguiente volvimos por el sendero a buscar las bicicletas y a terminarlo. Lo curioso es el "timing". Esta gente sólo sube a la cabaña un fin de semana al mes... justo el mismo que nosotros, justo cuando lo necesitabamos. ¿Casualidad? No lo creo...
Volver a subirse a la bicicleta se sintió mejor que nunca. Al bajar de la montaña decidimos darnos un merecido día de descanso en Montagu para relajar el cuerpo y la cabeza un poco.
Seb Knudtsen
Julio 2019
El mapa indicaba que al final del sendero había una cabaña. Al ver que se hacía de noche decidimos dejar las bicicletas en la montaña y caminar hasta la cabaña. Fíjense lo capaz que es Mai como para hacer semejante esfuerzo tanto físico como psicológico en su ¡5to día de viaje! Justo antes de llegar le dije a Mai que por todo el esfuerzo, se merecía una cerveza... ¿De dónde ibamos a sacar una cerveza ahí?
Llegamos a la cabaña justo antes de que esté totalmente oscuro. ¡Había gente! Nos invitaron a pasar, comer, y a... ¡tomar una cerveza! También nos dieron una cama donde dormir. No podían creer que estuvieramos haciendo ese sendero con las bicicletas. La cabaña pertenece a el Club de Montaña de Sudáfrica. A la mañana siguiente volvimos por el sendero a buscar las bicicletas y a terminarlo. Lo curioso es el "timing". Esta gente sólo sube a la cabaña un fin de semana al mes... justo el mismo que nosotros, justo cuando lo necesitabamos. ¿Casualidad? No lo creo...
Volver a subirse a la bicicleta se sintió mejor que nunca. Al bajar de la montaña decidimos darnos un merecido día de descanso en Montagu para relajar el cuerpo y la cabeza un poco.
Seb Knudtsen
Julio 2019
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